
En la misma línea que en el ámbito internacional, la trayectoria de la educación relativa al medio ambiente comienza en los años 1970 en Quebec1. En efecto, al hilo de los seminarios de Belgrado y Tbilissi celebrados en esta década, se publica en el año 1977 el Libro verde sobre la enseñanza primaria y secundaria en Quebec. Esta publicación pionera dará lugar en los años 1980 a la creación de cursos de ecología en secundaria, así como de organizaciones medioambientales de educación no formal, por ejemplo, el Centre de la Montagne (Centro de la Montaña), actualmente llamado Les amis de la Montagne (Los amigos de la Montaña). En paralelo con estas experiencias, surgen movimientos sociales medioambientales, como la Red quebequense de grupos ecologistas, dentro de los cuales se desarrollan procesos de educación informal.
Los años 1990 vendrán marcados por la celebración de la Conferencia de Río, a partir de la cual se empieza a hablar de dos visiones de la educación ambiental, una ligada a la noción de desarrollo sostenible y otra ligada a la noción de ecociudadanía.
La finalidad de la educación para el desarrollo sostenible es mantener el sistema de crecimiento económico de manera durable a través, principalmente, de la práctica de ecogestos individuales. La finalidad del enfoque ecociudadano, por su parte, busca la transformación social a través el desarrollo de la competencia política y la acción colectiva. El enfoque del desarrollo sostenible tiene carácter antropocéntrico y sostiene una visión del medio ambiente como recurso a gestionar. Frente a esta postura, el enfoque de la ecociudadanía porta carácter ecocéntrico y una visión del medio ambiente como medio de vida común, compartido por el conjunto de la humanidad y el resto del mundo vivo. En este sentido, según Sauvé (2014), este segundo enfoque “hace referencia al desarrollo de una ecociudadanía, es decir, una ciudadanía consciente de los lazos íntimos entre la sociedad y la naturaleza, una ciudadanía crítica, competente, creativa y comprometida, capaz y deseosa de participar en los debates públicos, a la búsqueda de soluciones y por la innovación ecosocial” (p. 3, traducción libre).
Los ciudadanos y ciudadanas deben, por tanto, aprender a examinar las problemáticas y políticas públicas en materia ecosocial, de manera sistemática y global.
– – – – –
Agúndez Rodríguez, A., Asselin, H., y Champoux, M. (2019). La Educación ambiental frente a la crisis global: una mirada quebequense. Educación Ambiental y Cultura de la Sostenibilidad, 69-88.