
(…) El pensamiento ecofeminista sostiene que el patriarcado se caracteriza por una voluntad de dominio que hoy resulta ecológicamente suicida. Si antes esta voluntad se expresaba en la conquista territorial, hoy se manifiesta en la desmesurada avidez de beneficios económicos del mercado global.
Históricamente, los hombres se han dedicado a la competición y la conquista, ocupando los espacios de la guerra, la política, la religión, el ejército, la cultura, la ciencia y el trabajo asalariado. Excluyeron a las mujeres de estos ámbitos, atribuyéndoles las tareas del cuidado. Estas tareas son indispensables para la vida humana, no sólo para la infancia y la vejez o la enfermedad, sino en la vida cotidiana, ya que todos necesitamos comida, ropa y hogar limpios y un continuo soporte emocional; pero al ser consideradas femeninas, han sido devaluadas.
Las actividades distribuidas según el sexo exigían y favorecían actitudes y virtudes diferentes: en los varones, el distanciamiento emocional, la dureza y la audacia; en las mujeres, la empatía, la compasión y la escucha atenta. El ecofeminismo impugna la devaluación tradicional de estas características tradicionalmente femeninas, viéndolas, en cambio, como valores necesarios en todos los seres humanos de una sociedad ecológica. Es hora de reemplazar la voluntad de conquista y dominio por la de colaboración y reconocer que la humanidad depende de la Naturaleza para sobrevivir, que somos seres ecodependientes. (…)
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Tomado de:
Puleo, A. (2019). El ecofeminismo es la respuesta. The conversation.