Marcén (2023). Las imprescindibles transiciones social y educativa hacia la Agenda 2030

Resumen. En tiempos de incertezas ecosociales se exigen renovaciones en el estilo de vida, en la búsqueda de un futuro más amigable a escala mundial. Ese es el argumento de una obra coral llamada ODS, grandiosa en su formulación, pero compleja a diversas escalas; entre ellas, la educativa. La educación como tránsito para la construcción de un nuevo contrato social es el argumento que sirve a quienes impulsan de verdad los ODS; tanto desde las organizaciones internacionales como en pequeñas escuelas. Esa es la microhistoria de este relato: reconocer dónde estamos y cómo vivimos; reflexionar sobre si la educación no formal y la formal (en España en relación con la ley educativa Lomloe) puede generar esas sinergias transformadoras y convertirlas en compromisos vivos. En definitiva, explorar debilidades y fortalezas para dimensionar una Educación Ambiental para la Sostenibilidad integral.

(…) hace un tiempo ya se planteaba la renovación educativa para aproximarla al nuevo devenir mundial (Unesco, 2015a; Unesco, 2015b). Es mucho más urgente ahora puesto que los problemas ecosociales se acrecientan y ya se dice que el colapso del planeta es inevitable. Pero hay que ser conscientes de que la educación obligatoria no tiene la clave salvadora de todos los atropellos socioambientales. Es más, por sí sola ya está soportando distintos peajes económicos y de todo tipo. Sus carencias adquieren dimensiones diversas según territorios; en algunos son verdaderas catástrofes. Porque, mal que nos pese, la enorme grieta educativa entre países no hace sino agrandarse (Brier, 2022). Por eso, hay que reflexionar, tanto a escala mundial como en España. La transición socioeducativa aparece más enfatizada todavía en la última recomendación de Unesco (2022b), que invita a construir un nuevo contrato social para la educación. Dadas las complejidades que el asunto genera, en un mundo tan diverso y desigual, hemos querido repasar en el presente artículo, con matices cualitativos, ciertas ideas formuladas últimamente en torno al sentido global de la educación (formal pero no solo). No partimos de cero, disponemos de una caja de herramientas que nos proporciona Unesco –entidad que destacamos en este artículo por su voz de alerta y papel de guía- para poner en valor su Hoja de ruta (Unesco, 2020). Mantendremos nuestra intención de relacionar vida global y educación hasta el final de este artículo. Pero a lo largo de él fluye, con distintos caudales, una pregunta sin respuesta concluyente: ¿Se puede aprender a cambiar el mundo? (Massa, 2022), cuando las acciones realizadas no han tenido verdaderos impactos sistémicos (Mataix, 2021), cuando los contextos educativos parecen tan divorciados de los reales (Herrero, 2022).

(…) A pesar de los avances educativos no deben de extrañarnos preguntas como las que se formulan Barba, Morán y Meira (2017) en La educación ambiental en tiempos de crisis. ¿Dónde está la Educación para la Sostenibilidad o la Ambiental cuando más se la necesita? El aprendizaje por competencias (Nordenflycht, 2005) parece una necesidad pero es todavía una conjetura que habrá que experimentar con sumo cuidado, con renovada vocación educativa. Porque la formación del profesorado de secundaria – también el de primaria- necesita una revisión profunda, un debate que mire hacia el futuro, quizás siguiendo pautas diferentes (Caride, García Jiménez, García López y Gutiérrez Pérez; 2022). Y contraponer esas ideas para la acción con otras aportaciones (Ochando, Vilches y García Ferrandis, 2021). Y, cómo no, acercarse a los postulados que se desarrollan sobre Educación Ambiental para la Sostenibilidad y Lomloe (Marcén, 2021a) en el blog Ecoescuela abierta de El Diario de la Educación.

En verdad, cuesta darle un sentido ecosocial a la educación obligatoria, argumento que está presente en todos los desarrollos curriculares que sostiene la Lomloe y que han llegado a nuestras manos. Lo tenía el aprobado por el Ministerio de Educación y los propios de cada CC.AA.; a la hora de redactar estas líneas todavía falta alguno de estos últimos. Como modelo de renovación nos quedaríamos con el elaborado por Fuhem, que lleva por título Educar con enfoque ecosocial. Análisis y orientaciones en el marco de la Lomloe (González, Gómez, Morán, Eds; 2002). O las aportaciones constantes de José Manuel Gutiérrez en el blog Construyendo educación ecosocial16. Pero hay que prestar atención a la manera en que dialogan identidades y compromisos para lograr una educación relacionada (Sauvé, Van Steenberghe; 2014).

Aunque debemos denunciar aquí que el ejemplo de la acción política no acompaña, lo cual se traslada al malestar social, a una falta de crédito de las directrices gubernamentales o empresariales, que dificulta la interacción entre educación no formal/informal y formal. Los escolares suelen ser observadores de comportamientos ajenos, que algunos no tardan en asimilar como propios. Además, la sociedad ha convertido el consumo en su motivo de vida, y eso va contra la educación ecosocial y bastantes argumentos que desarrolla la Lomloe. Por eso cada vez son más urgentes transiciones atrevidas, como demanda el CME (Consejo Mundial para la Educación)17. También el Equipo Internacional de Docentes para la Educación 203018 insiste en términos similares. Hemos de hacer caso a estas casi unanimidades.

(…)

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Marcén, C. (2023). Las imprescindibles transiciones social y educativa hacia la Agenda 2030. Revista Diecisiete, 8. Versión digital (pp. 47-62) DOI: 10.36852/2695-4427_2023_08.03

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